*
La bruma ha raptado los secretos de la luz
y una sombra sin cuerpo
se pierde en el destino de la melancolía.
El sueño inacabado se suicida en la noche.
Ya no cabe en el mundo la extensión de los cielos
y se deshace el calor, de su origen al viento,
igual que una secuencia de memoria del fuego.
La nada sí es todo. Una tumba del aire
en donde resplandecen fantasmas del recuerdo
con esos alaridos de gritos de nostalgia
tras los ojos del tiempo.
Cuántos hijos sin nombre allí hubieran nacido,
cuánto olor sin perfume tras la vida que cesa,
cuánta sed sin nosotros y su presagio de amor.
Pero aún tengo un no existir más allá del deseo,
forjado en la mirada del vacío
y en los surcos arados por los sueños,
donde muere la muerte
erguida tras su inútil transparencia.
Manuel M. Barcia
viernes, 30 de enero de 2009
martes, 20 de enero de 2009
Y AHORA DUERME, QUERIDA POESÍA
*
Nunca supe declinar tu infinito.
Aún busco una caricia intencionada
que esparza tu existencia en la mía,
las metáforas que nunca escribirás,
presagios de un amor que no se intuye.
Tampoco sé tu forma.
Y sin embargo,
mis sueños, la sangre furtiva enamorada,
este oasis de ciega arqueología
que es voz en mi desierto,
me permite imaginar
la exacta extensión de tu silueta.
Puedo escuchar tu sombra,
- ecos del silencio que juntos contemplamos impasibles -
la insondable
levedad de nosotros,
su música, abriéndose a tu paso,
y la certeza de mi holograma de luz que crece en tu mitad.
Mientras sigo el devenir de todos los secretos,
también puedo alejarme del misterio
y ser piel del deseo en tu mundo de pulsión.
Y ahora duerme, querida Poesía,
pues todo bajo el cielo será porque me callo.
Manuel M. Barcia
Nunca supe declinar tu infinito.
Aún busco una caricia intencionada
que esparza tu existencia en la mía,
las metáforas que nunca escribirás,
presagios de un amor que no se intuye.
Tampoco sé tu forma.
Y sin embargo,
mis sueños, la sangre furtiva enamorada,
este oasis de ciega arqueología
que es voz en mi desierto,
me permite imaginar
la exacta extensión de tu silueta.
Puedo escuchar tu sombra,
- ecos del silencio que juntos contemplamos impasibles -
la insondable
levedad de nosotros,
su música, abriéndose a tu paso,
y la certeza de mi holograma de luz que crece en tu mitad.
Mientras sigo el devenir de todos los secretos,
también puedo alejarme del misterio
y ser piel del deseo en tu mundo de pulsión.
Y ahora duerme, querida Poesía,
pues todo bajo el cielo será porque me callo.
Manuel M. Barcia
lunes, 19 de enero de 2009
domingo, 18 de enero de 2009
DESPUÉS DE LOS SUEÑOS
*
En la orilla del sueño, la luz de las estrellas
revela sus recuerdos
pulsando la materia que fue vida y no existe.
No existe ya mi sed en ti latente.
No existe ya la magia ni su dueña.
Al fin puedo decir que no te amo,
que todo el tiempo es falso.
No puede haber verdad en el vacío
y un sol en su destino.
Tu voz es sólo el eco de los astros,
un espectro de música, bajo piel
que se mece en el trasluz del silencio
y en los poros del cauce de mi sombra,
y en mi herida,
como una ofrenda antigua que fluye por la sangre
y naufraga en el alma que tú nunca supiste.
Manuel M. Barcia
En la orilla del sueño, la luz de las estrellas
revela sus recuerdos
pulsando la materia que fue vida y no existe.
No existe ya mi sed en ti latente.
No existe ya la magia ni su dueña.
Al fin puedo decir que no te amo,
que todo el tiempo es falso.
No puede haber verdad en el vacío
y un sol en su destino.
Tu voz es sólo el eco de los astros,
un espectro de música, bajo piel
que se mece en el trasluz del silencio
y en los poros del cauce de mi sombra,
y en mi herida,
como una ofrenda antigua que fluye por la sangre
y naufraga en el alma que tú nunca supiste.
Manuel M. Barcia
sábado, 17 de enero de 2009
¡ LA TAN PUTA ! ...
*
Ha venido la noche; está en mi sombra,
la tan puta, la voraz:
la melancolía
Y luego el grito, la certeza, el olvido,
la muerte no pactada
el anhelo que aún respira
el inútil trasiego de voces y espejismos
palpitando desnudos donde aulla la calma
las dudas, sus axiomas,
los ruegos con respuesta
cosida al hermetismo de los sueños
¿Quién, sino yo, habita en su misterio?...
Ha venido la noche,
tan sólo su silencio le acompaña.
Manuel M. Barcia
Ha venido la noche; está en mi sombra,
la tan puta, la voraz:
la melancolía
Y luego el grito, la certeza, el olvido,
la muerte no pactada
el anhelo que aún respira
el inútil trasiego de voces y espejismos
palpitando desnudos donde aulla la calma
las dudas, sus axiomas,
los ruegos con respuesta
cosida al hermetismo de los sueños
¿Quién, sino yo, habita en su misterio?...
Ha venido la noche,
tan sólo su silencio le acompaña.
Manuel M. Barcia
viernes, 16 de enero de 2009
miércoles, 7 de enero de 2009
MIENTRAS EL TIEMPO DIVAGA
*
De instantes fugitivos
podría ser tu amante
tal vez alma gemela
Como el ardor
que no extingue
a sus cenizas
Como el deseo
que ahora duerme
pero no sueña
Quizá la noche
luz nunca vista
El amor
se asemeja
a la locura
Como el destino fugaz
en ecos repetidos
lo esencial
esa utopía
en mí mismo...
el tiempo que divaga
tu música invisible
Manuel
De instantes fugitivos
podría ser tu amante
tal vez alma gemela
Como el ardor
que no extingue
a sus cenizas
Como el deseo
que ahora duerme
pero no sueña
Quizá la noche
luz nunca vista
El amor
se asemeja
a la locura
Como el destino fugaz
en ecos repetidos
lo esencial
esa utopía
en mí mismo...
el tiempo que divaga
tu música invisible
Manuel
martes, 6 de enero de 2009
MEIGA...
*
¿Por qué gime la música
en el cauce de las sombras
sus días de calor?
Meiga...
me gusta recitar tu nombre,
como si nunca hubiera sido oída la voz
que asila en el silencio a la palabra.
¿Quién podría decir que nace la luz
cuando llega la noche y todo arde
en instantes invisibles de pasión?
Me gusta recitar tu nombre. Lento,
el ritmo tan eterno que te hace sólo mía
aunque suenen alaridos de luna
en los páramos ardientes del sueño.
Y en la nada que confunde a las horas
soy el tiempo fecundo sin materia
que versa entre la angustia y el deseo.
Manuel M. Barcia
¿Por qué gime la música
en el cauce de las sombras
sus días de calor?
Meiga...
me gusta recitar tu nombre,
como si nunca hubiera sido oída la voz
que asila en el silencio a la palabra.
¿Quién podría decir que nace la luz
cuando llega la noche y todo arde
en instantes invisibles de pasión?
Me gusta recitar tu nombre. Lento,
el ritmo tan eterno que te hace sólo mía
aunque suenen alaridos de luna
en los páramos ardientes del sueño.
Y en la nada que confunde a las horas
soy el tiempo fecundo sin materia
que versa entre la angustia y el deseo.
Manuel M. Barcia
jueves, 1 de enero de 2009
RECITA EL SILENCIO
*
Recita el silencio un sortilegio
cuando yace en el umbral de los signos
la semilla del amor
Aún es pronto, muy pronto para apagar
las últimas secuencias de la lluvia
tras la alquimia del embrujo de fuego
Nunca es tarde, demasiado tarde para la dicha
si tu alma y la mía
en sus limbos se extienden tras la noche,
esa luz que sucede aunque te alejes,
este loco prodigio donde el sueño
se despereza, es ruego y conjetura
a cambio de una gota de memoria.
Manuel M. Barcia
Recita el silencio un sortilegio
cuando yace en el umbral de los signos
la semilla del amor
Aún es pronto, muy pronto para apagar
las últimas secuencias de la lluvia
tras la alquimia del embrujo de fuego
Nunca es tarde, demasiado tarde para la dicha
si tu alma y la mía
en sus limbos se extienden tras la noche,
esa luz que sucede aunque te alejes,
este loco prodigio donde el sueño
se despereza, es ruego y conjetura
a cambio de una gota de memoria.
Manuel M. Barcia
PUT - HADAS
*
La palabra se repite por mi piel: ¡Puta!
Samantha Fernández
En el burdel de sombríos sudores
que emanan del no estar por compañía,
insisten las hadas con sones de sed
su voz en el silencio de la noche
cuando hace oídos sordos la nada.
Se une el sexo en dos sílabas extrañas,
una palabra que agrupa un sólo ser
en impulsos de la imagen del amor
que embauca a los sentidos,
de igual modo que un disfraz a la pasión
cuando al deseo su fragor se alía
aunque sea el vacío su latir.
Y un poro de nostalgia forma parte de la piel
cuando yace el canto moribundo
en la música nupcial,
fingiendo en el alma que no existe
un cuerpo que despierta en sinfonía.
Manuel M. Barcia
La palabra se repite por mi piel: ¡Puta!
Samantha Fernández
En el burdel de sombríos sudores
que emanan del no estar por compañía,
insisten las hadas con sones de sed
su voz en el silencio de la noche
cuando hace oídos sordos la nada.
Se une el sexo en dos sílabas extrañas,
una palabra que agrupa un sólo ser
en impulsos de la imagen del amor
que embauca a los sentidos,
de igual modo que un disfraz a la pasión
cuando al deseo su fragor se alía
aunque sea el vacío su latir.
Y un poro de nostalgia forma parte de la piel
cuando yace el canto moribundo
en la música nupcial,
fingiendo en el alma que no existe
un cuerpo que despierta en sinfonía.
Manuel M. Barcia
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